El pasado 18 de febrero, desde Rezero y la Alianza Residuo Cero organizamos un webinar titulado “Ciudades y Pueblos Residuo Cero” con el objetivo de presentar y compartir la experiencia de casos prácticos de medidas Residuo Cero en ciudades y pueblos a nivel español.
Poniendo en valor el potencial de las administraciones locales en cuanto a la gestión sostenible de los residuos municipales y los recursos, la sesión pretendía inspirar a administraciones, entidades y a la sociedad civil para avanzar hacia la reducción y el aprovechamiento progresivo de los residuos como recursos y conseguir unos municipios residuo -y emisiones- cero.
De las presentaciones quedó claro que la gestión de los residuos orgánicos, así como poner fin a los sistemas de recogida anónimos son clave y resultan en considerables beneficios. Se compartieron experiencias muy interesantes de compostaje aplicables tanto en zonas rurales y dispersas como en edificios de viviendas y otras soluciones como una ordenanza reguladora de los plásticos de un solo uso, una tasa de buzoneo con unos resultados impactantes o el uso de gallinas y cabras para gestionar los residuos orgánicos.
Eloi Badia, Regidor de Emergencia Climática y Transición Ecológica del Ayuntamiento de Barcelona explicó como el marco fiscal actual en Catalunya penaliza cada tonelada de residuos que se envía a vertedero o a incineración, pero este sistema – en su opinión caduco- traslada directamente los costes directamente a los ciudadanos y no afecta a las finanzas municipales. Es por corresponsabilidad con los ciudadanos que deben actuar las administraciones.
Badia, que clasifica a los contenedores en las calles como “vertederos anónimos” apuesta por romper el anonimato, apostando por la individualización hacia un sistema de pago por generación que permita a los particulares controlar las tasas de recogida residuos a través de su comportamiento. Barcelona, una ciudad de 1,6 millones de habitantes, ha empezado una serie de pruebas piloto del sistema puerta a puerta con el que se llegará este año a 85.000 hogares y se prevé esté implantado en toda la ciudad antes del 2025. Aumentando de esta manera los niveles de reciclaje, se podrá reducir también la dependencia en la incineración.
Para llegar a los estándares de recogida que fija la Unión Europea, Badia alega que no hay alternativa a complementar los anteriores sistemas con la responsabilidad ampliada del productor implantando un sistema de depósito y retorno de los envases.
Carlos Pérez Losada, responsable del proyecto REVITALIZA de la Diputación de Pontevedra comenta que el plan surgió de la demanda de un plan de residuos acorde con los tiempos actuales. Según Pérez, los bioresiduos – los más abundantes de los residuos domiciliarios, son los únicos que pueden tratarse con todas las garantías científicas, tecnológicas, sanitarias y ambientales en escalas reducidas (e incluso individuales).
Para hacer posible el compostaje facilitando material estructurante es clave la gestión de los triturados vegetales. El proyecto Revitaliza apuesta por aprovechar los residuos de las podas para este fin ya sea a nivel particular (han habilitado un servicio de préstamos de trituradoras de pequeño tamaño) como un servicio de triturado bajo demanda para los municipios. En este último caso cuentan con unos centros logísticos desde los que reparten el estructurante en distintos composteros comunitarios garantizando el acceso a todas las personas.
Según Pérez este sistema es aplicable en zonas rurales (como Pontevedra donde la población vive de manera muy dispersa en 20.000 núcleos en una zona de muy baja densidad), en pequeñas conurbaciones e incluso en ciudades medias.
De cada 3€ que gastan los ayuntamientos en Pontevedra para la gestión de residuos, 2€ están asociados con contenedores, recogidas y transportes. Estos costes se evitan directamente si se tratan los bioresiduos en los hogares a través del compostaje. Además, “secuestrar” el bioresiduo evita contaminar otros flujos de residuos y permite reducir la frecuencia de su recogida – reduciendo aún más los costes.
Maria Ramón, alcaldesa de Esporles (Baleares) explicó el procesopaulatino que llevó a este municipio de 5.000 habitantes a implantar el pago por generación en 2009- desde cuando se mantiene una recogida selectiva del 75%. El proceso implicó la creación de un punto verde, una implantación gradual de la recogida puerta a puerta de residuos orgánicos y envases, así como contenedores móviles para papel y vidrio.
En 2009 se implantó la “bolsa roja” de rechazo y resto dividiendo la tasa de residuos en una tasa fija de 90€/año -y que implicó una reducción del 60% del coste anterior- y una tasa de 1€ por cada bolsa roja. Se calcula que una persona que vive sola puede generar 2-3 bolsas rojas/año, 4 o 5 para una familia de 2 personas o entre 5 y 8 para una familia de 4 miembros.
Ramón apunta como claves del éxito la concienciación y participación ciudadana, la valentía e iniciativa del equipo de gobierno en el momento de apostar por un modelo diferente y la constancia y compromiso hasta la actualidad.
Cabe destacar la aprobación de una ordenanza y la aplicación de una tasa para repartir publicidad que supuso una disminución de 2 toneladas mensuales de papel en el municipio.
El webinar contó con un apunte internacional de mano de Paloma Valenzuela, jefa del Departamento de medio ambiente de la municipalidad de Providencia, Santiago de Chile. En esta municipalidad, el 90% de sus 142.000 habitantes viven en edificios.
A través de distintos programas, han conseguido reducir la generación de residuos por persona de 1,44kg/día a 0,5kg/día y desde 2019, y a pesar de que la población sigue aumentando, la generación de residuos disminuye a la vez aumentan las tasas de reciclabilidad.
Para la fracción inorgánica disponen de una recogida puerta a puerta que se está testando en 1500 edificios (el 70%), así como puntos limpios móviles. En cuanto a la fracción orgánica, disponen de un programa de entrega de kits de vermicompostaje (que han entregado a 3250 viviendas y a través del cual han evitado la generación de 567 toneladas de residuos) así como una prueba piloto de sistema de Drop Off (en que participaron unas 200 familias entregando entre 2-3 toneladas cada domingo). Asimismo, han instalado compostadoras automatizadas para comunidades de edificios que están testando en 3 edificios de más de 300 apartamentos- con éstas, esperan reducir el 80% del volumen de los residuos orgánicos.
Por otro lado, en Providencia destaca la creación de una Ordenanza que regula los plásticos de un solo uso, en esta municipalidad que cuenta además con una población flotante de 2 millones de habitantes y una alta oferta comercial, de ocio y servicios, esta norma afecta a 2.500 establecimientos comerciales. La ordenanza prohíbe el comercio, distribución, expendio y entrega de productos como pajillas, mezcladores y cubiertos de plástico, envases para comida de polipropileno y poliestireno o vasos térmicos de poliestireno expandido.
Soledad Ávila, concejala de Educación, ODS y residuos del Ayuntamiento de El Boalo, Cerceda y Mataelpino nos devolvió a las zonas rurales como la suya ubicada en una zona Reserva de la Biosfera y con una mayoría de viviendas unifamiliares. A través de diversos programas han conseguido reducir los residuos enviados a vertederos desde 2016 (excepto en el año 2020 en que ha aumentado su población).
Sus programas de gestión de residuos incluyen el compostaje comunitario, la repartición de materiales y formación para compostaje individual (cuya aplicación supone una reducción del 35% de la tasa de residuos) y un compostador automático. También disponen de recogida puerta a puerta en viviendas y comercios (con una reducción del 15% de la tasa) así como de residuos de poda y jardinería- en este caso con sacas grabadas con un coste de 4,5€.
Otros programas incluyen un avi-compostero en un espacio común cuidado por familias voluntarias, donde utilizan gallinas para tratar los bioresiduos provenientes de un comedor escolar cercano y que incluye un huerto y un espacio educativo. Asimismo, disponen de un rebaño de cabras municipal que además de tratar los restos de poda vegetal del municipio (las cabras comen la parte verde y las ramas se trituran para las composteras), colaboran en la recuperación de una raza en peligro de extinción, y en la limpieza de montes y la regeneración del suelo.
Cabe destacar su espacio Reutiliza Bocema en que los ciudadanos donan objetos para su reutilización, así como una Ordenanza que establece los servicios y obligaciones de la recogida de residuos. Tratándose de una ciudad amiga de la infancia, la llegada del cambio en la gestión de los residuos ha aumentado también la concienciación y aportación de las escuelas.
Jon Toña, técnico de Medio Ambiente de la Cuadrilla de Gorbeialdea en el País Vasco, compartió la experiencia de cerrar el ciclo del residuo orgánico a escala local en este entorno eminentemente rural, con 70 núcleos de población diseminada y cuya principal tipología de viviendas son el caserío, adosadas y con terreno.
Toña considera que la gestión de la fracción orgánica supone una oportunidad e identifica como factores clave la predisposición de la población, la tipología de vivienda y densidad de población y los recursos necesarios para la puesta en marcha e implantación de los sistemas.
A nivel del compostaje doméstico/individual, han desarrollado una amplia labor de información a través de los medios de difusión locales, charlas y talleres, así como la distribución de kits de compostaje. Clave para el éxito de este programa es ofrecer material estructurante a los ciudadanos para facilitar el ciclo y reducir el abandono de la práctica. Para generarlo aprovechan los restos de poda municipal que acumulan triturados en espacios acondicionados para repartir a través de convocatorias. Este método permite a su vez cerrar el ciclo de los restos de poda locales evitando que tengan que ser gestionados por otras vías con un mayor impacto.
En los proyectos de compostaje comunitario han encontrado limitaciones de la normativa vasca que, entre otras no permite el uso del compost para fines relacionados con la alimentación. Aún así se está realizando en la vía pública y también en escuelas a nivel didáctico.
En la Cuadrilla también se está desarrollando una experiencia piloto de agrocompostaje con los residuos de un centro educativo con los objetivos de unir la red de volteo de Álava con los principios del modelo austríaco, evaluar la capacidad para desarrollar este modelo y formar a técnicos y agricultores y ganaderos. Paralelamente llevan a cabo campañas para la prevención y reducción de residuos.
Antonio Sanz, Conseller de Medi Ambient en Formentera (Baleares) destacó la importancia de la reducción de residuos en especial en situaciones insulares que implican unos sobrecostes considerables (en Formentera de 1 millón de euros al año) al tener que transportar los residuos a otra isla. Para ello disponen de programas de reutilización de palés y bicicletas, están testando un sistema de SDDR se han declarado como “administración libre de plásticos de un solo uso” y están trabajando en proyecto para aprovechar las 4.000 toneladas de poda que generan como fuentes de energía.
Josep Maria Tost, director de la Agencia de Residuos de Catalunya animó a los municipios a tener iniciativa y voluntad y cómo mínimo un plan local de prevención y gestión de residuos para no improvisar políticas a corto plazo. Asimismo compartió que la nueva Ley de prevención y gestión de los residuos y de uso eficiente de los recursos de Cataluña que se está elaborando incluirá la obligación de aplicar una tasa justa, facilitará la creación de nuevos SCRAPs (al menos los de textil, mobiliario y colchones) y pretende aplicar mecanismos como recargos o tasas sobre elementos de un solo uso que incentiven la reutilización y eviten ciertos productos.