Casi lo conseguimos. La mayoría de los países del mundo están a favor de un ambicioso Tratado Global sobre Plásticos que aborde la producción de plásticos, restrinja los productos tóxicos, aumente la circularidad y garantice financiación para una transición justa. Sin embargo, después de más de dos años de reuniones, los negociadores se quedaron sin tiempo para alcanzar un acuerdo y decidieron convocar una sesión adicional para concretar el tratado.
¿Vaso medio lleno o medio vacío?
Este resultado puede interpretarse tanto como un éxito como un fracaso.
Un fracaso porque los negociadores agotaron el tiempo asignado y, mientras la contaminación por plásticos sigue aumentando, no se llegó a un acuerdo.
Un éxito porque el proceso, tan extremadamente lento y doloroso como fue, ha producido un texto; y, más importante aún, ha generado suficiente conciencia entre los negociadores como para trazar una línea de ambición y respaldarla.
Nuestra victoria
La victoria más importante –y, sin embargo, poco mencionada– que explica por qué la mayoría de los países decidieron no aceptar un tratado débil y optaron por una extensión, es la victoria sobre el enfoque del problema.
Cuando la crisis del plástico estalló hace casi una década, la contaminación por plásticos se percibía como un problema de mala gestión de residuos en los países del sur global. Hoy, el enfoque del debate ha cambiado para abordar todo el ciclo de vida de los plásticos, incluyendo la necesidad de regular la producción y los productos tóxicos. Las víctimas ya no son representadas como agresores y, hoy, los malos son aquellos que inundan el mundo de plástico. ¡Por fin estamos teniendo una conversación que llega a la raíz del problema!
Habiendo asistido a todas las reuniones del Comité Intergubernamental de Negociación (INC), puedo confirmar que la batalla por el enfoque está ganada. Los bloqueadores de este proceso hablan abiertamente en contra de recortes en la producción, impuestos al plástico y productos químicos tóxicos. De este modo, están aceptando un marco que no controlan ni dominan, y que proporciona las condiciones para que los países con ambición tracen una línea junto con la sociedad civil y las industrias progresistas.
Dos estrategias claras y opuestas
Durante estos 2,5 años de negociaciones, hemos visto desplegarse dos estrategias.
Por un lado, los países con baja ambición –todos productores de petróleo o plástico, o ambos– han empleado la vieja táctica de retrasar y desviar. Superados por un enfoque que los sitúa en el lado equivocado de la historia, optaron por abusar de la regla del consenso, bloquear el trabajo intersesional entre INC y boicotear las discusiones sobre el contenido hasta el último momento. Su plan era agotar el tiempo para forzar a la mayoría de países a aceptar un tratado de baja ambición.
Por otro lado, es justo decir que los más de 85 países que conforman la coalición de los dispuestos no tenían inicialmente una estrategia coordinada y participaron de buena fe en las negociaciones. Su estrategia surgió como reacción a 2 años de obstruccionismo y filibusterismo de los países de baja ambición, combinado con un proceso de empoderamiento colectivo dentro del nuevo marco emergente. Aprendiendo de los fracasos recientes en otras negociaciones multilaterales, los países ambiciosos trazaron una línea de ambición y la mantuvieron. Esto evitó que el proceso cerrara con un tratado débil.
¿Es el proceso [,] estúpido [?] [!]
Sí. Es estúpido.
Las negociaciones de la ONU se realizan por consenso: es decir, por unanimidad. Una herramienta que da un poder increíble a una minoría para bloquear el proceso o arrastrar a la mayoría al mínimo común denominador. Las partes pueden decidir por consenso trabajar por mayoría, mediante votación, pero tal medida invalidaría la estrategia de los países de baja ambición.
Esto explica por qué, en la primera sesión de INC1 celebrada en Uruguay en 2023, en lugar de discutir políticas sobre plásticos, los obstruccionistas abrieron el debate sobre las reglas de procedimiento. El 75% de INC2 en París fue sobre estas reglas, con una pérdida política respecto al derecho a voto; y, en INC3 en Nairobi, las negociaciones sobre el contenido se retrasaron debido a intentos de todas las partes por cambiar o mantener el proceso de toma de decisiones.
Mientras la contaminación por plásticos seguía destruyendo ecosistemas y contaminando nuestros cuerpos, los humanos ni siquiera logramos ponernos de acuerdo sobre cómo ponernos de acuerdo. Ahora, con un texto final, las partes han decidido darse más tiempo para encontrar un acuerdo en un INC5.2 que se celebrará en los próximos meses utilizando el mismo proceso de decisión empleado hasta ahora.
El camino a seguir
Con la mayoría de las naciones unidas en la ambición, debemos transformar nuestra toma de decisiones, de un consenso que paraliza a una acción colectiva que libere. El futuro de nuestra civilización exige que avancemos, con o sin quienes obstaculizan el progreso.
Si ambas facciones deciden mantener sus líneas, entonces no será posible ningún tratado, no importa cuántos INC decidan organizar. Para la última ronda de negociaciones, solo hay dos formas de alcanzar la ambición necesaria: o los países de baja ambición elevan la suya, o la mayoría de las partes deben iniciar un proceso paralelo con quienes estén dispuestos a abordar las raíces de la contaminación por plásticos. Esta última opción no es inédita, como lo demuestra el proceso de Ottawa en 1997 que produjo con éxito un Tratado de Prohibición de Minas fuera de la ONU y cuenta con 164 signatarios hasta la fecha.
Conclusión
Me sorprende lo lejos que hemos llegado con un proceso de toma de decisiones tan defectuoso y una organización tan desordenada de las negociaciones.
Me alegra ver a países del Sur Global y del Norte Global unirse en torno a una comprensión compartida de lo que hay que hacer.
Estoy orgulloso del papel clave que las organizaciones de la sociedad civil han desempeñado en la construcción de este empoderamiento colectivo en torno a un enfoque que el movimiento Break Free From Plastic ha promovido desde 2016.
Estoy decepcionado con la lentitud del cambio; y, sin embargo, prefiero un buen tratado que llegue un poco más tarde que un mal tratado hoy. Después de todo, los combustibles fósiles mueven el mundo –y el plástico–, y cambiar la brújula de la civilización lleva tiempo.
Como dice el refrán: «vamos lento porque vamos lejos». ¡Que esta sea la buena razón para justificar un retraso en la obtención de un ambicioso Tratado Global sobre Plásticos!
Civil society organisations at INC-5. Photo credits: NSD/ENB, Kiara Worth.
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