El 19 de febrero de 2019 Baleares aprobó una Ley pionera en toda Europa. La Ley Balear de Residuos y Suelos Contaminados no sólo era la primera que apostaba de forma contundente por la prevención de residuos, sino también la que marcó el camino a seguir. Cinco años después de ese golpe de timón, ¿seguimos manteniendo el rumbo?
En febrero del 2019, Europa miró a Baleares. La Ley de Residuos supuso un golpe de timón. Una ley cocinada a fuego lento con un amplio proceso participativo, en el que intervinieron entidades ecologistas, empresariales, Consells Insulars, el Govern y grupos parlamentarios y que finalmente se aprobó con un amplio consenso. Cinco años después de ese hito histórico, vale la pena revisar dónde nos encontramos ahora.
Para ello, desde Rezero, hemos elaborado una herramienta digital de acceso libre, RezeroLab Datos, que permite consultar, de forma práctica y visual, indicadores considerados estratégicos para avanzar hacia una sociedad residuo cero. La herramienta RezeroLab Datos contiene un nuevo marco de análisis con más de una veintena de indicadores que aportan una visión conjunta y transversal del modelo productivo y de consumo en las Islas Baleares y en territorios vecinos (Estado español, Cataluña y Europa), con el objetivo de detectar si existen ciertas tendencias hacia la transición. Estos indicadores se clasifican en seis categorías: prevención y generación de residuos, gestión y tratamiento de residuos, consumo, responsabilidad ampliada del productor, política municipal y economía circular.
Objetivo principal, la prevención
En cuanto a los objetivos de la ley destacan el de reducir los residuos un 20% en 2030, una reducción del 50% del desperdicio alimentario y el hecho de establecer como obligatoria la recogida selectiva de la materia orgánica.
A partir de los indicadores recogidos podemos concluir que, a pesar de pequeños avances, Baleares todavía está lejos de transitar hacia la sociedad residuo cero. Si hace cinco años Baleares estaba al frente de todo el Estado en la generación de residuos, actualmente y de acuerdo con los últimos datos disponibles, seguimos encabezando la lista.
Cada balear produce una media de 563,7 kg de residuos municipales por habitante y año (478,8 kg per cápita si se tiene en cuenta la población de hecho y, por tanto, el turismo). Superamos a la media de generación en el Estado español (467,3 kg per cápita) ya la media de la Unión Europea (530,0 kg per cápita). Si bien la crisis sanitaria supuso una importante reducción, en 2021 se observa un incremento en la generación per cápita del 9% (por población de hecho), coincidiendo con la recuperación económica del territorio y el incremento del turismo.
Gestión de residuos
Se ve una tendencia al alza de la recogida selectiva de los residuos municipales durante los últimos años analizados, pero a pesar de superar a la media estatal, los niveles son todavía muy bajos, situándose en un 25,7% (1) en el conjunto de las Islas.
De hecho, en 2021 sólo 18 de los 67 municipios baleares (un 5% de la población) superaban el 60% de recogida selectiva. Se trata de municipios que tienen implementados sistemas individualizados de recogida de residuos, como el puerta a puerta o el pago por generación.
Aparte, destaca el bajo porcentaje de recogida selectiva de la FORM (Fracción Orgánica de los Residuos Municipales). Aunque en 2022 el 88% de los municipios de la comunidad autónoma (59 municipios) ya ofrecen el servicio de recogida selectiva de esta fracción, no supone ni una cuarta parte del total de materia orgánica generada. Resulta evidente, que los sistemas de recogida (mayoritariamente contenedor de calle) no son del todo efectivos. A pesar de la obligatoriedad normativa de recogida de la FORM, algunos municipios como Ciutadella, Marratxí o la isla de Formentera todavía no la han implantado. La recogida de la fracción orgánica de forma selectiva es clave para aumentar los valores de recogida selectiva de los residuos municipales.
En cuanto al destino de los residuos municipales recogidos, el 77% tienen un destino finalista (el 59% son incinerados en la planta de Son Reus y un 18% van a parar al vertedero de Son Reus, Es Milà o Ca la Putxa ). Unas cifras por encima de la media del Estado español (58%) y de la Unión Europea (48%).
Por tanto, en el año 2021 tan sólo un 15% de los residuos se destinaron al reciclaje material y un 8% se llevaron a compostaje, metanización y bioestabilización. A pesar de los bajos resultados de reciclaje material y tratamiento de la FORM, es preciso decir que estos porcentajes se han visto incrementados desde el año 2019 (en cuatro y seis puntos, respectivamente).
(1) Suma de fracciones papel y cartón, vidrio, envases ligeros, FORM y fracción vegetal.
Adiós a la cultura de un solo uso
La Ley impulsó la reducción del plástico desechable (bolsas, envases, monodosis, palillos, etc.) generando con esta medida mucha repercusión mediática.
Aunque se permite sustituir algunos de estos productos por sus versiones compostables, es también una oportunidad para replantear la cultura desechable y transitar hacia las opciones de consumo a granel y reutilización.
Hoy en día, todavía existen muchos productos desechables que se siguen introduciendo en el mercado a pesar de no ser compostables y presentar dificultades para ser reciclados o reparados, evidenciando la mala aplicación del principio de responsabilidad ampliada del productor.
Algunos datos ilustrativos:
Cápsulas de café | 73,4 M/año (63 cápsulas/hab./año). En 2021 se consumen 10 veces más cápsulas que en 2010. |
Colillas | 1.436 M cigarrillos/año. Equivalente a 459,6 TN de residuos. |
Pañales / Productos menstruales de un solo uso | 12.613 TN pañales/año + 1.464 TN productos menstruales/año. Equivalente al 2% de los residuos municipales generados. |
Envases bebidas | Disminuye el envase reutilizable pasando de una cuota del 30% en 2000, 21% en 2010 y del 15% en 2022, dejando paso a las latas y botellas de plástico desechables. El agua envasada es una tendencia al alza, duplicando el consumo per cápita de España. |
Sin embargo, también se observa un incremento continuado del consumo de alternativas de productos de consumo consciente, como los productos de comercio justo o agricultura ecológica.
Bienvenida al nuevo modelo circular
La Ley desplegó un escenario de oportunidades para la transición hacia una economía circular en las Islas.
Los residuos encuentran su sitio como recursos, donde se optimizan procesos y se pone freno al abandono de materiales en el medio natural.
El indicador que muestra si se está transitando o no hacia un modelo de producción y consumo basado en el Residuo Cero, es la huella material, que mide el consumo de materias primas para satisfacer la demanda de bienes y servicios de un territorio . Este consumo material se mantiene estable en el período estudiado (2010-2022) tanto en la UE como en el Estado español, superando el umbral considerado sostenible y justo, de acuerdo con los límites planetarios (7,2 TN per cápita).
En 2022 la huella material media en el Estado español fue de media de 9,8 TN per cápita y en la UE de 14,8 TN per cápita, mostrando la ineficiencia del actual modelo de producción y consumo. Este indicador explica, en parte, los bajos niveles de la recircularidad de materiales en la UE (11,5%) y en el Estado español (7,1%).
La Ley Balear apunta hacia unos objetivos claros y ambiciosos en el horizonte 2030, en la línea que marca Europa y ofrece herramientas para su implementación. Por tanto, con los datos en la mano se concluye que es necesario el despliegue de soluciones más efectivas si queremos alcanzar estos objetivos.
Estos datos son indicadores de la necesidad de apostar por medidas claras y urgentes.
La incorporación de la responsabilidad ampliada del productor, que obliga a quienes ponen en el mercado determinados productos, de asumir los costes totales derivados de la gestión de éstos cuando se convierten en residuos.
Los sistemas de depósito, devolución y retorno para determinados productos como envases de bebidas.
Es indiscutible además, una política municipal de gestión preventiva en la que se priorice la recogida de la fracción orgánica, la recogida con sistemas como el puerta a puerta y el pago por generación, entre otras medidas que pueden implementar las administraciones locales.