Los continuos cambios en las aplicaciones y características de los aparatos hace que aumente la producción aparatos eléctricos y electrónicos (AEE) y que los ciclos de innovación/obsolescencia sean más breves, acelerando su sustitución y generando un incremento correlativo de la generación de residuos derivados de estos aparatos (RAEE). Debido a la presencia de sustancias tóxicas en su composición, como por ejemplo metales pesados, los RAEE suponen un riesgo para la salud humana y medio ambiente, si no son gestionados correctamente.
Por otro lado, en su fabricación también se utilizan materiales muy escasos y valiosos. Su recuperación, preparación para la reutilización y reciclaje, no solo evita la extracción de materias primas no renovables y los impactos ambientales y sociales causados por la minería, sino que también reduce la emisión de gases de efecto invernadero asociados con su procesamiento.