El sobre-consumo de productos de origen animal ha demostrado estar estrechamente relacionado con el elevado impacto ambiental del sector alimentario y con la crisis climática.
Una reducción del consumo de proteína de origen animal, y su sustitución por el consumo de proteína de origen vegetal, contribuiría notablemente a mitigar el impacto ambiental derivado del sector alimentario, tanto por la liberación de la presión sobre el suelo y el resto de ecosistemas naturales, como por la disminución de los gases de efecto invernadero asociados.