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Un mar de colillas

Más de ocho mil millones de cigarrillos se consumieron en Cataluña en 2023. Cerca de dos mil millones en el caso de Baleares. Como consecuencia, el residuo resultante alcanza cifras astronómicas. Además, las incómodas y omnipresentes colillas de tabaco abandonadas en el medio, se han convertido en el residuo más abundante en las playas de la región occidental del Mediterráneo. Por eso, un año más, vale la pena ponerle el foco.

Una sola colilla de tabaco es una pequeña arma de destrucción masiva. Su toxicidad se concentra en el filtro, 100% plástico, concretamente, acetato de celulosa no biodegradable. Una sola colilla puede llegar a afectar a la calidad de 1000 litros de agua y mantenerse en el medio hasta 15 años. Si con estos datos pensamos que del total de desechos marinos recogidos, el 25,33% son colillas de tabaco, podemos hacer cálculos del desastre acumulado y del coste para nuestros ecosistemas y finalmente para todos nosotros.

La degradación del medio es una constante motivada por unos hábitos de consumo inconscientes y que nos interpela a todos. Podemos ser causantes, pero también somos víctimas. Sufrimos la degradación del medio y también sufragamos el coste económico de la limpieza, recogida y gestión de los residuos. En el caso de las colillas, y poniendo como ejemplo sólo la provincia de Barcelona, ​​el coste anual alcanza los 74 millones de euros. Un importe que sale del bolsillo de la ciudadanía de Barcelona.

Sin embargo, ni la responsabilidad es toda de las personas fumadoras, ni mucho menos de las no fumadoras, a las que también toca pagar.

El papel de las administraciones

Europa apela a la responsabilidad ampliada del productor, para que sea la industria tabacalera quien asuma los costes de concienciación, así como los de la recogida, transporte y tratamiento de las colillas. En la Ley de residuos y suelos contaminados del Estado Español se contempló la obligación, pero aunque es una ley de 2022, actualmente el coste recae exclusivamente en los ayuntamientos. ¿Qué está pasando?

Mientras los tempos de la administración nos obligan a esperar la aprobación de un Real Decreto que permita desplegar esta medida, ¿qué pasaría si nos atreviéramos a ir más lejos?

Posibles soluciones

Pensando en cómo reducir drásticamente el abandono de colillas en el medio natural más allá de campañas de concienciación, prohibiciones o de encarecer el producto pensando en el efecto disuasorio, desde Rezero hemos estudiado la aplicación del sistema de depósito, devolución y retorno (SDDR). Con el SDDR, al igual que ocurre con los envases, los productores asumirían los costes de infraestructuras, de logística y de tratamiento, pero además, se conseguiría la recogida selectiva de las colillas para tratarlas y valorar el material .

Volvamos a las cifras del inicio, con más de diez mil millones de cigarrillos al año, entre Cataluña y Baleares, superamos facilmente las 3.200 toneladas de colillas anuales. Quizás empieza a ser urgente.